Capítulo 4 – Grooming: Abuso de Menores
Capítulo 4 de 12
Grooming: Abuso de Menores
Desde luego, si después de haber leído los capítulos precedentes te ves vulnerable y expuest@ en Internet, imagínate tus hijos, tus alumnos o cualquier persona que esté bajo tu responsabilidad o te preocupe. Ellos, los menores, no sólo están expuestos a los riesgos derivados de una inseguridad tecnológica, sino al uso abusivo que otros, de mayor experiencia y edad, hacen de los recursos que Internet proporciona; lo cual queda patente cuando se publican titulares como “La Policía Nacional detiene a un hombre que intentó acosar sexualmente a 300 niñas a través de Internet” (Iuxsed, 2013). La percepción de la realidad es un tema que han debatido muchos filósofos y se plantea desde diversos puntos de vista todavía hoy. Si nosotros percibimos nuestro entorno a través de los sentidos, que envían al cerebro información para formar una representación distorsionada del medio, ¿cómo se percibe la realidad o entorno digital si no tenemos sentidos para ello? He empezado duro el capítulo, pero ya paro de conceptos filosóficos. Donde quiero llegar es a que el cerebro emplea una gran parte de imaginación para interpretar la interacción que tiene lugar en el ciberespacio, y es más sencillo condicionar o manipular a individuos inmaduros como son los menores, pues la percepción de los acontecimientos se ve muy alterada por la actividad cerebral interna de cada uno. La atención para prevenir que nuestros menores se conviertan en víctimas debe ser elevada, ya que no es sencillo distinguir a los ciberdepredadores experimentados hasta que se ha establecido contacto con ellos. Estos individuos son personas que utilizan Internet para satisfacer sus “preferencias” sexuales. Son más conocidos como paidófilos o pedófilos, definidos como aquellas personas que sienten atracción o practican la paidofilia o pedofilia (parafilia o desviación sexual entendida como atracción erótica o sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes, según la Real Academia Española). Aprovechando que estamos aclarando términos, el pederasta es aquel que lleva a cabo abusos sexuales cometidos con niños.
Como bien supones, no sólo vamos a hablar de pedófilos y pederastas en este capítulo, porque hay otros individuos intervinientes, y determinar el perfil de estos individuos, que pudieran estar relacionados con actividades ilegales vinculadas con menores, no es simple. Existen muchas maneras de beneficiarse de los menores. No todos los camellos consumen droga (de hecho, el que lo hace acaba bastante peor que el resto). Me refiero a que, relacionados con el abuso de menores, puede que haya individuos que, entre otras cosas:
- Trafiquen con material pornográfico infantil estando o no interesados en su contenido
- Alquilen medios de almacenamiento en red para alojar archivos ilegales (normalmente, zombis infectados)
- Graben o editen información audiovisual o fotografías para garantizar anonimato
- Vendan credenciales de acceso a redes sociales o correo electrónico
- “Troyanicen” el ordenador de una víctima (introducción de software espía), para convertirlo en zombi
- Alquilen a sus hijos como medio de pago de deudas (este ejemplo es duro, pero real)
- Proporcionen medios físicos o digitales para perpetrar delitos
- Enseñen a otros cómo protegerse de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
Como ves, en estos casos, no sólo están implicados los pedófilos y pederastas, sino que hay otras aves carroñeras que participan directa o indirectamente.
Llega el momento pues de describir con más detalle el ya mencionado grooming. Esta modalidad de acoso, llevada a cabo por un adulto, consiste en iniciar contacto con menores, bien sea por redes sociales, foros de juegos, chats, o cualquier otra vía, para establecer una relación de confianza progresiva, conducente a una manipulación eficaz para satisfacer sus deseos sexuales. Esa manipulación suele implicar el uso de amenazas y chantaje, produciéndose el acoso del menor que, en muchas ocasiones, se ve forzado a mantener relaciones sexuales con su acosador por miedo a que sus amenazas se hagan realidad (aunque no en todos los casos es necesario recurrir a las amenazas, dependiendo del niño o adolescente en cuestión). De todos modos, existen formas más directas de acosar a los menores gracias al sexting, que facilita la circulación de grandes cantidades de vídeos y fotografías de contenido erótico y/o sexual, intercambiado durante relaciones íntimas que, por circunstancias diversas (voluntariamente por despecho y rencor, o involuntariamente por descuido), acaban en manos no deseadas; ya que esos vídeos se almacenan en los teléfonos y ordenadores de aquellos menores que lo practican, formando parte de la información que los troyanos envían a los crackers, que al analizarla meditan sobre cómo explotarla de la forma más provechosa posible. Desafortunadamente, los archivos digitales como los vídeos o las fotografías contienen muchos más datos de los que un usuario medio puede imaginarse. Esos datos adicionales a los que me refiero son los ya definidos metadatos, que pueden proporcionar información sobre el autor de la foto, el lugar exacto con coordenadas GPS, la cámara que se utilizó, la fecha y hora, etc. ¿Te imaginas todos esos datos en manos de un desaprensivo pedófilo o de un cracker ambicioso? Son bastante útiles para llevar a cabo un exitoso grooming sin siquiera tener que molestarse en gastar tiempo en la larga y pesada fase de la toma de confianza. De ahí que sea tan importante educar a nuestros hijos sobre los peligros de exposición en asuntos relacionados con el sexo. Puede que Internet permita disfrutar de momentos íntimos a distancia, pero como puede verse, implica unos riesgos que para nada compensan. Considerando, pues, que nos encontramos en una época en la que parece que los tapujos sobre temas sexuales se han eliminado (nunca es fácil hablar de sexo con nuestros hijos), tenemos que advertir sobre la peligrosidad de algunas conductas imprudentes en la red y sus posibles consecuencias, para evitar daños psicológicos, físicos o ambos.
Aparte, el acosador, si no fuera muy diestro con la informática, puede acudir a los servicios que el mercado negro de Internet facilita (tendencia que últimamente está creciendo mucho), para hacerse con el control total del ordenador del menor, de forma que no sólo puede tener acceso a los archivos almacenados (donde podrían encontrarse fotos o vídeos comprometedores), sino que en caso de que el ordenador disponga de cámara (webcam), el acosador podría conectarla remotamente y grabar al menor cuando éste estuviera desnudo o realizando actividades que pudieran suponer motivo de chantaje. Imagínate todas las formas que hay para amenazar a un menor si se dispone del control total de su ordenador ¿Sabes lo fácil que puede resultar conversar con un menor de 12 años con una foto y un perfil adecuado? Si personas con más de 40 y 50 años pican, no te quiero ni contar un menor ¿Sabes con quién hablan tus hijos? En el capítulo 9 hay un enlace bastante explícito que responde a esta pregunta.
Tampoco podemos olvidar el cracking sistemático, insinuado un par de párrafos más arriba, cuya finalidad es vender los datos obtenidos para una explotación posterior, de forma que los datos contenidos en nuestro ordenador o el de nuestra hija acaban copiados en cientos de ordenadores. Por eso insisto tanto en que a la hora de hablar de cyberbullying, grooming, sexting o cualquier otra actividad que suponga perjuicios para nuestros hijos, el enfoque debe ir más allá de las meras precauciones al establecer las configuraciones de privacidad, las consideraciones para aceptar amistades, la cautela a la hora de revelar información personal o el comportamiento en las distintas redes sociales. Este libro persigue que los padres y educadores sean conscientes de que el camino para entender las amenazas del ciberespacio es largo y la única vía para incrementar la seguridad familiar en Internet es mediante una actitud proactiva, encaminada a una formación tecnológica de padres e hijos, que profundice en seguridad, ya sea de manera autodidacta (me refiero a los padres) o a través de centros especializados. Sólo así comprenderás verdaderamente la capacidad que determinados individuos tienen para abusar de los menores en la red y pondrás los medios adecuados para prevenirlo. Proteger la privacidad es solamente una de las muchas tareas pendientes, así que, puedes ir echando ya un ojo a www.yocontrolo.es, para ahondar en la protección de la privacidad.
Brevemente, el enfoque que requiere la seguridad de nuestra familia para prevenir un acoso sexual (o de cualquier otro tipo) pasa no sólo por una educación del comportamiento. También precisa un adecuado desarrollo de medidas técnicas de seguridad, así como el seguimiento de protocolos de seguridad que deben conocerse e incluso simularse o probar, para alcanzar una efectividad de protección adecuada llegado el momento. Sin olvidar, por supuesto, la configuración e instalación de software que permita la recopilación de evidencias digitales (muy útiles en los casos en que proceda denunciar), además de tener claro el procedimiento óptimo para garantizar la validez de los datos que fueran presentados como prueba (ver capítulo 8).
Los adolescentes, por el mero hecho de serlos, se encuentran en proceso de desarrollo biológico, psicológico, sexual y social. Esto quiere decir que son más propensos a tener inquietud por determinados asuntos naturales, como el sexo. Así pues, es muy fácil deducir que en un mundo digital sin censura, es sencillo acceder a todo tipo de contenidos sexuales que existen en la red, gracias al buscador mágico. Google es una especie de gran diccionario que todo lo sabe. En el colegio, cuando éramos pequeños tú y yo, si caía un diccionario en nuestras manos lo primero que hacíamos era buscar palabrotas. Nuestros hijos no son distintos a nosotros y en Google hacen las mismas búsquedas inmaduras que hacíamos nosotros en plena adolescencia, con la diferencia de que ellos tienen acceso a imágenes, vídeos, contenidos enlazados, chats donde hay personas reales detrás del teclado con intenciones diversas, definiciones sesgadas, blogs de opiniones escritos por adultos para adultos, etc.
Internet cambia mucho las cosas, en cuanto a posibilidades se refiere. Los crackers, sin necesidad de acudir al termómetro de tendencias de búsqueda de Google para saber los intereses de la población, colocan sus cebos en las web cuyo contenido es masivamente demandado. Sé que te lo imaginas, pero en la siguiente figura, he introducido los términos “sex”, “games”, “security” y “education” con el siguiente resultado:
Es obvio, a la vista de la gráfica (obtenida el día 5 de marzo de 2013 y ligeramente modificada en la edición en papel mediante el texto vertical añadido en las columnas, para una lectura más cómoda de la edición en blanco y negro), que el sexo (valor promedio 85) y el juego (valor promedio 44) despiertan el interés de muchísimos internautas. Cosa que no sucede con la seguridad (valor promedio 10) o la educación (valor promedio 9). Lo cual explica por qué los cibercriminales infestan páginas web de sexo y juegos con malware, aparte de ponerse de manifiesto el poquísimo interés sobre cuestiones de seguridad, a pesar de que se abusa de 1 de cada 5 niños en Internet, según datos de www.CyberTipLine.com.
No podemos evitar la curiosidad que sienten nuestros adolescentes por el sexo o el ansia de pasar buenos ratos jugando. Tampoco se puede impedir que se relacionen, pues relacionarse no es más que otra de las funciones vitales como crecer o reproducirse. Está en la naturaleza humana. Lo que sí puedes hacer es dotar a tus hijos de herramientas para desarrollar el sentido común digital. Igual que saben que podría ser peligroso entrar en un club para adultos con 13 años a las 2 de la mañana, deben comprender, de boca de sus padres o formadores, los riesgos que entrañan acciones equivalentes iniciadas desde sus propias habitaciones. En ambos casos, el del club de adultos o el de la habitación, existe una alta posibilidad de que se produzcan insinuaciones sexuales. La diferencia estriba en la forma de llegar a la situación, partiendo de un origen común: la imprudencia. Pero claro, el menor se siente muy seguro frente al ordenador de su habitación, con sus padres en la cocina o en el salón; y, obviamente, sus padres piensan que está completamente a salvo, dado lo cerca que están de su hijo. Es lo que hablaba en capítulos anteriores sobre la gestión de los niveles de alerta y la transferencia de sensación de seguridad que aportan los entornos familiares o conocidos. Poca gente conoce realmente Internet desde el punto de vista de la seguridad. Requiere profundizar en diferentes disciplinas como redes, sistemas operativos, programación, etc., con diversas ramas y especialidades. Con todo, aún es muy intensa la sensación de seguridad que nos transmite el entorno físico en el que nos encontramos, salvo los especialistas en seguridad de los sistemas de información, que pasan todo su tiempo profesional (y gran parte del personal) dedicados a investigar y aprender nuevas formas de crimen digital, así como sus correspondientes contramedidas.
Mientras nuestros hijos y tú vais estudiando y aprendiendo poco a poco, es más que recomendable el uso de filtros de contenido, software de control parental y, sobre todo, revisiones periódicas del uso que se hace de Internet (historial de navegación para empezar). La detección precoz en casos de sexo es crucial. Si nuestros hijos frecuentan páginas web de contenido sexual, salta a la vista que las probabilidades de ser infectado con un troyano son elevadas, porque en los sites de sexo es donde más presas incautas hay, como acabo de documentar con la figura anterior. El resto ya lo conoces.
Recuerda que los juegos, las descargas P2P (eMule y compañía), los chats, los foros, las páginas de fans y todos aquellos lugares que tu hijo pueda frecuentar, son dignos de tu máxima atención, pues los crackers no les quitan ojo. Las redes sociales no las menciono ahora porque las abordo con detalle en el siguiente capítulo, aunque si quieres ir entrando en materia, no te pierdas este vídeo, iniciativa de www.cybertipline.com, titulado “Everybody Knows You – Sarah”: http://www.youtube.com/watch?v=hsIpgaYEreI. Por si no tienes acceso a Internet en este momento, por si el enlace ya no estuviera disponible o simplemente, porque no tienes ganas de levantar la vista ahora, te resumo el vídeo. Se trata de un recorrido por un día habitual en la vida de Sarah (una adolescente cualquiera), en el que se ve cómo sale del instituto con un par de amigas, visita un centro comercial, va al cine y se toma algo en una terraza. Nada raro hasta ahora, salvo que por los lugares que pasa, auténticos desconocidos se dirigen a Sarah como si la conocieran de toda la vida, además de hacerle preguntas muy íntimas y personales, como el que verifica la entrada del cine que le pregunta de qué color lleva la ropa interior ese día. Si te pasas compartiendo información, se paga un alto precio. Para empezar, la pérdida de la intimidad y una exposición innecesaria a un público hambriento de sexo.
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Eduardo Orenes
Autor de «CiberSeguridad Familiar: Cyberbullying, Hacking y otros Peligros en Internet»
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«Hoy es Mañana…»
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