Nuestro libro en el Blog – Introducción
Estimad@s amig@s
Ha llegado el momento de publicar en el blog todo el contenido del libro que tuve el gusto de escribir hace ahora casi tres años.
Disfruté mucho con el proceso de la recopilación de información y redacción, pero sobre todo, con vuestras críticas y comentarios así como tratando de resolver dudas y preocupaciones en charlas, entrevistas, mesas redondas, etc.
Si crees que lo que leas en este blog puede ayudar a otros, trata de difundirlo en tu red social familiar y/o profesional. La concienciación de nuestra sociedad en materia de seguridad es vital y es tarea de todos, no sólo de los que nos dedicamos a ello profesionalmente.
Saludos y espero que el contenido os sea a todos de la máxima utilidad. No olvidéis activar el modo lectura en la barra de navegación o si lo preferís descargar, podéis adquirir los formatos digitales EPUB o MOBI.
Os dejo con el índice y la introducción. El resto de capítulos los iré publicando en los próximos días.
Í N D I C E
Introducción
1. El Salvaje Oeste: Anonimato e Impunidad en la Red
2. La Ley de la Jungla: Principios de Autoprotección
3. Tipos de Agresiones Digitales Más Comunes
5. Redes Sociales y el Concepto Fuente Abierta
6. El Dilema de la Vigilancia Parental
7. Conceptos Fáciles de Seguridad
9. Dispositivos Móviles: Un Caso Aparte
10. Política de Reciclaje Permanente
11. Una Historia Realmente Escalofriante
12. Proactividad: El Siguiente Paso
Bibliografía y Agradecimientos
I N T R O D U C C I Ó N
Hace poco estaba sentado frente a una compañera de trabajo, a la que trataba de explicar cómo surgió la idea de escribir este libro. La verdad es que el origen de la idea nació en el entorno profesional. Me paré a pensar en el grado de desprotección de las empresas y gran parte de sus empleados, en lo que a agresiones o ataques digitales se refiere. Pensé en ellos como si fueran niños, por su grado de desconocimiento e inexperiencia en la red, lo cual me hizo reflexionar seriamente. De hecho, lo que me llevó a redactar lo que tienes en las manos, fue precisamente ese enfoque, el de ver a padres y jefes de departamento como niños. Rápidamente ves que la desprotección en Internet es preocupante a todos los niveles. Muchísimos adultos son técnicamente incapaces de orientar a sus pequeños, tal como les ocurre a bastantes directores de departamento con sus empleados. De ahí que decidiera escribir este libro, de forma totalmente espontánea y con un estilo tan cercano y directo, porque siento que hace falta aportar enfoques sencillos para un entorno complejo. De hecho, casi al final del libro, en el capítulo 11, hay una historia realmente escalofriante, que puedes elegir leer ya mismo, o cuando hayas asimilado el contenido del libro. Historia sorprendente e inquietante cuyo objetivo último es garantizar la comprensión de todo cuanto aquí se describe, estableciendo paralelismos fácilmente entendibles y, a veces, impactantes, entre situaciones físicas y digitales.
Creo que tanto padres como hijos están, tecnológicamente hablando, viviendo una infancia digital de la que no saldrán a menos que aprendan, profundicen y presten una mayor atención, si no, la historia se repetirá una y otra vez. No es necesario esperar a tener problemas para aprender de los errores, y menos cuando se trata de nuestros hijos. Opino que, muchas veces, los libros, los cursos o una conferencia impartida por profesionales, pueden ahorrarnos muchos quebraderos de cabeza. Así que empezaré a escribir a toda prisa, porque la situación lo requiere.
Llevo en el mundo de la seguridad y la autoprotección desde muy niño, gracias a mi padre, al que por cierto, va dedicado el contenido de este libro. Sin él, yo no sería nada de lo que soy. Después de haber pasado gran parte de mi carrera profesional entregado a la Seguridad Nacional, creo que es el momento de aportar algo de esa experiencia a otros sectores, porque veo una carencia técnica muy grande ¿Culpables? No voy a señalar a nadie, pero de lo que no cabe duda, es que la educación de nuestros hijos empieza en casa. Si los centros educativos, privados o públicos, no disponen de los medios adecuados para formar a nuestros hijos en cuestiones de seguridad y autoprotección en entornos digitales, los menores se encontrarán en una situación “muy chunga” (como dirían algunos adolescentes) si sus padres no hacen algo para guiar a sus hijos. Yo he decidido dar un paso más allá invirtiendo mi tiempo en la redacción de este libro (además de otras iniciativas) y en su publicación en este blog. Ahora te toca a ti invertir el tuyo.
Como he comentado en más de una ocasión, la realidad que hoy conocemos, entendida de forma genérica sin entrar en definiciones filosóficas, está compuesta a su vez de dos partes: una física y otra digital. No son dos mundos distintos, sino dos elementos del mismo mundo. A día de hoy, no son separables. De hecho, para mí no es más que otro entorno, como el marítimo, el aéreo, el terrestre o el espacial (a pesar de que me refiero a él como la realidad digital, precisamente para enfatizar que es real y no imaginario). La cuestión que está generando tanta inseguridad es la complejidad de la situación. Existen muy diversos intereses alrededor de Internet y no es sencillo solucionar los distintos problemas que facilitan el anonimato satisfaciendo a todas las partes. Asimismo, una inercia comercial imparable permite que el software salga a la venta con una tasa de fallos bastante elevada, en algunos casos, multiplicándose las probabilidades de explotación ilegítima a través de exploits.
Ya paro. Sé que este libro no está dirigido a personas con amplios conocimientos técnicos sobre informática y que, entonces, debo, bien definir los términos que empleo para que la lectura sea agradable, bien cambiar las expresiones por registros más propios del mundo físico, para que todo sea mucho más fácilmente entendible. Seguramente opte por una combinación de ambos métodos, cuando no los emplee simultáneamente, para reforzar la comprensión de aquello que os cuento. En consecuencia, no tengáis miedo a no entender el contenido de este libro. Lo que pretendo es concienciaros, motivaros y animaros a trabajar duro por la educación digital de nuestra sociedad, pero de un modo atractivo. En caso de que tengáis dudas sobre alguno de los conceptos aquí descritos, siempre podéis acudir al blog de este la web www.ciberseguridadfamiliar.com para solucionarlas. Por cierto, un exploit es una instrucción enviada a un programa mediante unas líneas de código, que suele provocar una confusión interna en el programa que la recibe, el cual reacciona de forma no esperada, al no estar programado para recibir esa instrucción; además el programador no definió qué hacer ante esas instrucciones no programadas. El resultado, muchas veces, es que el sistema puede ser explotado remotamente. Algo relativamente similar a los desvíos de atención que permiten el robo de una cartera dentro de un bolso, de un bolso en un bar, de una maleta en un taxi a la salida de un aeropuerto o de un móvil sobre la mesa del restaurante. El ser humano también está programado, y con la debida habilidad y coordinación, puede manipularse su grado de atención con sucesos para los que no está preparado, reaccionando en beneficio de fines maliciosos. Esto será importante comprenderlo en detalle y dedicaré un capítulo entero a estos conceptos.
Volviendo al tema, la realidad digital es matemática. Entenderla implica comprender los principios sobre los que ha sido construida. Pasamos mucho tiempo de niños aprendiendo las reglas de la Naturaleza a través del estudio de distintas ciencias como la Física y la Química. Se estudia Historia, Filosofía y Lengua. Todo para comprender mejor las estructuras sociales, políticas y físicas a la hora de integrarnos en el mundo laboral, para optar a una progresión profesional más rápida o diversa. Raro es el que después de estudiar las Leyes de Newton se tira por una ventana pensando que va a volar. Sin ser expertos en Física, sabemos, por sentido común, que si algo está muy caliente podemos quemarnos. Ese sentido común se aprende mediante la experiencia o a través de una educación, tanto por parte de nuestras familias como en centros especializados. Está claro que hay un gran componente subjetivo en el asunto de la educación, pero lo que es cierto, es que la Naturaleza nos ha proporcionado sentidos (gusto, tacto, olfato, oído y vista) para poder tener referencias o indicadores que nos alerten de peligros.
Puesto que la realidad digital ha sido creada artificialmente y está en constante evolución, no disponemos de forma natural de sentidos o sensores digitales que nos alerten de peligros en Internet. Siendo, intelectualmente hablando, elevado el esfuerzo necesario para sobrevivir en la red sin ser infectado, acosado, engañado o espiado; lo cual no quiere decir que sea inalcanzable. Simplemente, hay que utilizar otros artificios a modo de sentidos, para desarrollar una experiencia que alimente nuestro sentido común digital y, con el paso del tiempo, una intuición digital.
Sin embargo, desarrollar este sentido común digital, implica un esfuerzo de atención extraordinario. La estructura digital es cada vez más compleja. De evolución pasmosa en cuanto a velocidad. Si no se dispone de unos conocimientos técnicos sólidos, la exposición al riesgo es muy elevada. En el caso de nuestros hijos, si sumamos la inexperiencia propia de la juventud, con una carencia de conocimientos técnicos, surgirán situaciones desagradables.
Muchos pensarán que los niños de hoy en día son auténticas calculadoras con patas, ya que nacen con una habilidad para la tecnología que sus padres no adquirirán en toda su vida. Puede parecer que disponen de amplios conocimientos técnicos, pero no es así en todos los casos. Desarrollan una capacidad altísima de uso de las nuevas tecnologías, que están precisamente diseñadas para una excelente usabilidad (neologismo habitualmente utilizado en el mundo informático, todavía no aceptado por el diccionario de la RAE), algo así como una constante mejora en la experiencia del usuario. Las aplicaciones son cómodas, rápidas y prácticas. Si les pedimos a nuestros hijos que las hagan funcionar, estoy seguro que accederán a los menús mucho más rápido que adultos no habituados a las nuevas tecnologías, aunque:
- ¿Sabe ese niño o adolescente explicar cómo funcionan esas aplicaciones?
- ¿Sabe ese menor qué metadatos (datos que describen otros datos) contienen los archivos que intercambia?
- ¿Sabe el adolescente establecer y cumplimentar una política de seguridad digital basada en una correcta actualización del sistema operativo, sistemas de detección de intrusión, instalación de antivirus, análisis forense de ficheros sospechosos, parcheo de software “defectuoso”, comportamientos digitales adecuados, navegación prudente, etc.?
El mito de que todos los jóvenes son hackers no es más que eso. Sí es cierto que al crecer en un entorno donde predominan las nuevas tecnologías, adquieren capacidades de uso muy superiores a quienes hemos nacido unas décadas antes. Internet cambió las vidas de nuestra generación, pero no la de nuestros hijos, cuya vida engloba Internet desde el primer día de su existencia. Están predispuestos a un aprendizaje tecnológico mucho más rápido que generaciones anteriores, pudiendo un clima de impunidad fomentar ideas fuera de la ética y/o de la ley. Nuestra función como padres y educadores responsables, es alentarlos a estudiar, comprender y dominar esa “nueva” realidad digital (recordemos que la Red Informática Mundial o más comúnmente conocida WWW, de World Wide Web, se activó en 1991, hace ya más de 22 años), para ayudarles a desarrollar esos sentidos digitales que les permitan disfrutar de esa “parte de la Naturaleza” con relativa tranquilidad y seguridad; además de mantenerlos alejados de ideas tan atractivas como destructivas, dada la abundancia de influencias negativas y maliciosas que fomentan tanto el anonimato como la impunidad derivada.
A día de hoy en materia de seguridad, salvo aquellos estudiosos de la Informática desde el punto de vista del hacker, los menores están más expuestos que nunca en múltiples sentidos ¿Acaso dejarías a tu hija de 12 años sola en el Bronx, el barrio 18 de París (especialmente después de ver la película “Venganza” de Liam Neeson, donde secuestran a su hija de 17 años) o en Somalia? La trata de blancas o tráfico de seres humanos, destinado a redes de prostitución o venta de órganos, existe. En Internet se trafica de la misma manera con nuestros datos y nuestros recursos, que luego se explotan de muy diversas formas.
Vamos a abrir los ojos, despacito para no deslumbrarnos, pero ya es hora de abrirlos.
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Eduardo Orenes
Autor de «CiberSeguridad Familiar: Cyberbullying, Hacking y otros Peligros en Internet»
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«Hoy es Mañana…»
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